jueves, 16 de junio de 2016

FIRMA DE EJEMPLARES DE “ENTRE VERDUGOS”, ÚLTIMA NOVELA DE JAVIER REY DE SOLA



Este sábado, 18 de junio, a partir de las 19:00 horas, estaré firmando ejemplares de mi trilogía ENTRE VERDUGOS -integrada por Arrabal amargo, Cine Delicias y Amigas de infancia-, en el marco de la feria del Libro de Valladolid, ubicada en la Plaza Mayor. 


PONGO EL COMIENZO DE LAS NOVELAS QUE COMPONEN LA TRILOGÍA

COMIENZO DE ‘ARRABAL AMARGO’

Hay que seguir derecho un kilómetro de vía antes de torcer a los montículos de grava. En medio de éstos, si no se tiene cuidado se cae a una hondonada. El Obús rodó primeramente por el talud. Así descubrimos la cueva. De entrada, parecía poca cosa, para que cuatro o seis se quitaran de la lluvia. El Obús no hacía más que quejarse. A las veces volvimos, y sólo por casualidad terminamos encontrando el agujero bajo un saliente al fondo. No extrañaba que no lo hubiéramos visto antes. El Obús era reacio y le tuve que dar ejemplo. Me metí de cabeza y desaparecí. Le oí llamarme, casi lloraba. Cuando volví a salir, me lo encontré intentando trepar por el talud. El panoli me daba ya por muerto. Le agarré de las piernas y caímos. Se enfadó. Me lanzó una puñada y se la tuve que devolver, y así estuvimos hasta que nos cansamos. Luego le dije que lo de dentro era furioso, tremendo, y que cabría la mitad del arrabal. Al entrar con luces después al otro día, se supo que no tanto. Pero el Obús no quiso desmentirme, que se había sobresalido y estaba orgulloso de haberse arrastrado por el tubo de la entrada, que al principio no quería porque impone. Estaban esos sacos en el suelo y las velas y las cerillas. Allí le daban al negocio, que quién habría pensado particularmente. 

COMIENZO DE ‘CINE DELICIAS’

El Tres Putas hubiera querido que le pegaran al vaquero cuatro tiros inspirados por abusar mirándola a la chica, que fue lo que ocurría ceremoniosamente al final de la película. Pero el Tres Putas no tenía paciencia ni sabía esperar, y sacó la navaja y rajó entera la butaca, que luego el Preclaro quería saber quién había sido y nos miraba como el fisonomista en el casino de aquella otra película que viéramos. Sin embargo, ni podía compararse el acomodador con el fisonomista del casino, que en cuanto le echaba el ojo a uno jamás se le volvía a despintar aunque tardara años en verlo, y esta suerte que tuvo el Tres Putas.
A la salida, y dado que el vaquero se parecía al Inocencio, si bien esto era afirmación gratuita del Tres Putas y por más que aquél tuviera un aire era distinto por completo, le buscó para meterle bronca.
Lo encontró en el Amanecer, que abre de noche, y de entrada no supo el Inocencio qué le quería el otro, sino que le provocaba para que saliera con él a la calle.
Le cuesta arrancar al Inocencio, pero cuando lo hace apechuga. Y afuera y delante de todo el mundo, que éramos nosotros y unas viejas sentadas a la puerta, se liaron a bofetadas aunque sin la limpieza y elegancia de las peleas en pantalla, que ninguno derribó al contrario de un puñetazo en la mandíbula, y regiamente que lo habríamos celebrado.
Total que se dieron unas trompadas pobres, agarrándose entre sí de la chaqueta, que esto fue mayor bajeza y como si fueran críos, pues no se ha visto que gente emprendedora se tirara de la chaqueta sino que se sacudían virilmente de lo lindo.

COMIENZO DE ‘AMIGAS DE INFANCIA’

Me llamó Totina y me encontró en la ducha. Candelaria me lo gritó a través de la puerta. No me gusta que grite Candelaria, pero ha sido imposible quitarle la costumbre. Al salir, envuelta en el albornoz, la llamé. Vendría a buscarme para ir a la piscina. Con el coche. Que Dios nos pille confesadas. Últimamente está tan distraída, medio lela. Pero hoy parecía hasta eufórica. Le pregunté qué llevaría. Se había comprado una auténtica locura, me contó, pantaloncito corto, muy, muy corto. Y camisola a juego entreviéndose el ombligo. Le dije que no, que de ninguna manera, que era una barbaridad y que cómo se atrevía. Perdíamos las amistades, la avisé. O pantalón completo, que los tiene monísimos, vaqueros, de seda, de telita fina y estampados, o falda. Por preferir, prefiero falda, sobre todo en verano: se va más cómoda, más fresca y te das cuenta de que gustas. Carmencita, cómo eres, ronroneó, siempre tienes que salirte con la tuya. No es eso, Toti, sino cuestión de finura. Ni siquiera de decoro, que a estas alturas dónde lo tendríamos. Rio, como mandes. ¿Y tú? Yo llevaría mi vestido malva, el que compré el otro día en Galerías. Me riñó, un encanto y ella no tenía nada, pero nada, nada, que se le pareciera ni por lo más remoto. Me amenazó con el pantaloncito y tuve que decir la última palabra: a los hombres no termina de convencerles. ¿Sí? ¿Tú crees? ¿Entonces falda y blusa? Pues falda y blusa, ea. Y las sandalias doradas, añadió, este gusto no me lo vas a quitar. Ya ves tú qué me importaba. Y no te presentes a las tantas, que luego hace mucho sol. Candelaria iba y venía trapo en mano. No, Candelaria, no voy a comer en la piscina. Un poco el sol y darme un chapuzón. Si el señorito llega antes, le vas sirviendo. Y cuando venga el del pescado, lo pones rápidamente en la nevera, que luego se nota el olor desde la calle. A Candelaria hay que explicarle lo más elemental. Luego ella hace lo que le da la gana. No sé cómo me ha caído esta bicoca. Me terminé de arreglar. Bisutería, que me pongo de muy mal café si pierdo algo de valor. Tampoco es que sea muy amiga de joyas, menos si voy a bodas o acompañando a Alberto. Me encontré medianamente bien en el espejo, resultona. Justo entonces, los pitidos del coche de Totina. Candelaria, que le digas que ya bajo. Se pone a la ventana a voz en cuello. Me da una rabia. El ascensor ocupado y bajo andando. Tropiezo con el vecino del rellano. Tan educado, tan discreto. Noto que respira mi perfume. Los hombres, ni que sean viejos. Mañanita espléndida, me saluda. En la acera me quedé de piedra. Totina lleva un jipijapa escandaloso. Se chupa las mejillas y se hace la traviesa. Pero vamos, estás loca. La daría de tortas. Lo más indicado para ir en coche, te lo llevará el viento.



3 comentarios:

  1. ¡Seguro que no se quedará solo sin firmar algún que otro libro, Señor Rey! y además sus fans no se aburrirán de conversar con Usted. Me ha hecho gracia el Tres Putas. Un abrazo.

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  2. ¡Por cierto Señor Rey está Usted muy favorecido en la foto junto al Señor Piedras!

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    1. Los que somos guapos -el señor Piedras y un servidor- es la ventaja que tenemos. Pero no queremos que se nos juzgue sólo por el físico...

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