(Hay dos modalidades de enfrentarse a estos renglones: leerlos o pasar. Mi consejo sincero, aunque hipócrita, es el segundo.)
1) Si no la empiezas con fuerza, va a ser muchísimo peor. Así que ánimo.
2) La semana terminará algún día. Dicho esto en lunes, parecerá una burla odiosa. El martes, la afirmación seguirá pareciéndote repugnante. Así, de día en día, entre asco y repulsión, habrá llegado el fin de semana.
3) Márcate para el primer día de la semana -o sea, para el lunes- un objetivo de orden pasivo. Lo puedes llamar ‘nicho de pasividad’, que es denominación que me acabo de inventar, a ver si cuaja.
4) Tira algo por la ventana, a ser posible tiesto o similar. La gravedad incorporará al objeto la fuerza de que tú careces. Te sentirás fantástico, pero hazte el sueco cuando la policía suba a tu piso a investigar.
5) Trae un saco de patatas del supermercado. Traer, traer, no es necesario que lo hagas. Con decirlo, vale. Que te traiga el puto saco un mozo.
6) Inspira hondo y a continuación espira lentamente. Muchísimo cuidado con confundirte de verbo y expirar, así, con equis. Te va la vida.
7) Piensa en hacer abdominales. Pero no los hagas, sólo piénsalo.
8) Ofrécete a ayudar en lo que sea. Tu fuerza y autoestima subirán, aunque luego no cumplas tu promesa. Sobre todo, si no cumples tu promesa.
9) Piensa en una manada de hipopótamos y en el potencial mecánico que reúnen entre todos. No mucho tiempo, puede agobiarte.
10) Un terremoto despliega una fuerza que, si le das vueltas, impresiona. No le des vueltas.
¡Magníficos consejos Estimado Señor Rey los llevaré a raja tabla, no lo dude!
ResponderEliminarSígalos, sígalos, sobre todo lo del 'nicho de pasividad'. Muchos lo aplican sin saberlo.
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