jueves, 12 de mayo de 2016

UN PRÓLOGO DE CAMILO JOSÉ CELA (I)


En el centenario del nacimiento del escritor, que más o menos corre por estas fechas, no sobra exponer algunas hebras de lo que podríamos llamar su pensamiento. Se entresaca de un prólogo a “La colmena”, fechado en Palma de Mallorca el 2 de junio de 1963 y se acompaña de glosa de quien esto firma. Sirva lo cual de recordatorio y homenaje. Lo suyo va en negrita; lo mío, de momento, no.

“El escritor puede llegar hasta el asesinato para redondear su libro”. Quien pueda que lo entienda. Y al que le parezca exagerado, que se rasque las pulgas, así sean de gato.

“Lo único que al escritor no le está permitido es sonreír, presentarse a los concursos literarios, pedir dinero a las fundaciones y quedarse (...) a mitad de camino”. Sonreír es de huevones que piden permiso hasta para sacarse la minga y orinar; lo de los concursos equivale a poner el culo y que se sirvan, lo mismo que mendigar abyectamente; y quedarse a mitad de camino es eso: el mástil reacio y renuente, en lugar de empingorotarlo a las estrellas.

“La verdad del escritor no coincide con la verdad de quienes reparten el oro”. Otra manera de afirmar que no se puede servir a dos señores.

“La ley del escritor no tiene más que dos mandamientos: escribir y esperar. El cómplice del escritor es el tiempo. Y el tiempo es el implacable gorgojo que corroe y hunde la sociedad que atenaza al escritor”. ¡Lejos queda su expulsión de la Asociación de Prensa por “falta de profesionalidad” y cuando se prohibió la mención de su nombre en los papeles aun como invitado de una boda...! También, su renuncia a ser investido “honoris causa” por la Universidad de Santiago de Chile, recién el golpazo de Augusto Pinochet y en el alma de Camilo la amistad y el recuerdo de Neruda…

“El escritor es bestia de aguantes insospechados, animal de resistencias sin fin...” Quede claro, pues, por qué nunca parece que se le joda lo bastante. O como dijo Mío Cid: “Tú me destierras por uno; yo me destierro por cuatro”.

“Al escritor nada, ni siquiera la literatura, le importa”. Que el mundo no merece la pena ni el trabajo de tomarlo en serio es verdad que el escritor aprende en el crisol. Y esta sola sonrisa de desprecio se permite.

“No hay más escritor comprometido que aquel que se jura fidelidad a sí mismo...” O como dijera en otro sitio el de Padrón, tú escribes y son luego montón los que andaban esperándolo. Pero no prostituyas el oficio poniéndolo a los pies del ídolo, entre otra razón porque es pecado…

“El escritor nada pide porque nada (...) necesita”. Es lo más parecido al santo anacoreta. Te quitas de fumar, del crucero trimestral por el Caribe y de viajar en metro y se te llenan solas las alforjas para el viaje. Que haga sol o diluvie es lo de menos.

“A la sociedad, para ser feliz en su anestesia (...) le sobran los escritores. Lo malo para la sociedad es que no ha encontrado la fórmula de raerlos de sí o de hacerlos callar. Tampoco está en el camino de conseguirlo”. Inténtense exorcismos, vituperios e incluso el silencio y el escupitajo. Que al final se perciba amargamente que no ha servido para nada, no es motivo para que dejen de procurarlo los simplones.

2 comentarios:

  1. Genial las palabras de Cela, sinceras, grandísimo escritor, cuestión distinta es ya si a alguien le caía bien o no, pero claro era, y eso es una virtud, no la hipocresía de hoy en día que crea más batallas, por ejemplo tantos envoltorios y tecnocracia para esconder el verdadero contenido del regalo.


    Pero grandiosas y magníficas palabras y mensajes certeros los de Usted, Señor Rey, se merece ponerlas en negrita también. Un abrazo.

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    1. El Tiempo, quizá, me ponga en negrita a mí también. Los tiempos actuales son borrosos y yo también estoy borroso. En cuanto a Cela, todavía le siguen envidiando, pues es eso lo que le tienen: envidia.

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