miércoles, 8 de abril de 2015

ALDEA (Simplemente al barro)

HUMOR ENTRE CASCOTES (ENIGMA)

Al anochecer, bajó de las montañas un viento gélido que vació las calles, empujando a los hombres a la taberna y a las mujeres a sus casas. Un perro sin dueño se refugió en un granero. De algunas chimeneas salía humo. Se encendió la única bombilla de la plaza y las que señalaban la entrada y la salida de la aldea. Grandes nubes cruzaban velozmente un cielo sin estrellas. La mole oscura de la sierra se confundió finalmente con la noche. 
Un jinete desconocido atravesó las calles. El sacristán, que no podía conciliar el sueño, se asomó a tiempo de ver el bulto desaparecer tras una esquina. Volvió a la cama y oyó el ruido de los ratones en el desván y el crujido de las vigas en el techo. Se levantó de nuevo, prendió una luz y abrió el cajón de arriba de la cómoda, de donde sacó un cuaderno en el que estuvo escribiendo varias horas. Un golpe de viento le sobresaltó y le hizo darse cuenta del tiempo que llevaba ocupado en su tarea.
Apagó la luz, guardó el cuaderno y se acostó.
Los perros ladraban al viento, que sacudía las ventanas y penetraba por las rendijas produciendo sonidos inquietantes. El mugido inquieto de las vacas indicaba la proximidad de la tormenta. Lloró un niño.
Un hombre susurraba violentamente a una mujer, que se retorcía las manos. En otra casa, un viejo contaba unas monedas. Alguien notó un lecho vacío, y dos hermanas rezaban en camisón ante las cenizas tibias de la lumbre.
Se desprendieron del cielo heladas gotas, tembló la bombilla de la plaza. La lluvia comenzó a caer en tromba contra la torre de la iglesia, y un relámpago hizo bruñir un segundo las campanas. 
El sacristán volvió a levantarse a mirar por la ventana. Se adivinaban rostros a través de los cristales. Un hombre se puso el uniforme y la mujer le ajustaba el correaje. Truenos y relámpagos se sucedían a intervalos. El agua de lluvia corría por el empedrado.



3 comentarios:

  1. ¡Ay qué miedo por dios, Señor Rey!, magistral historia al estilo dickensiano...¿ tendremos que tener cuidado con las ramas de los árboles y las sombras?...suena a Dumas también este texto...Me ha encantado la Historia, Señor Rey, Felicidades. Saludos, la anónima Teresa.

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  2. El ambiente recreado es muy verdadero, hasta lo he vivido y todo, Señor Rey en su texto tanto Dumas como Dickens le han acompañado.

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  3. Javier Rey de Sola10 de abril de 2015, 10:02

    Normalmente, me acompaña la Novela Universal. A veces, no cabemos todos en casa, unos pesaos...

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