Los tiempos cambian, no pocas veces de manera imperceptible. No solemos darnos cuenta de la ausencia de determinado comportamiento, actitud o pensamiento hasta que un buen día, de repente, caemos en la cuenta de que tal faceta de la vida o expresión han desaparecido callada y limpiamente. Ocurrió con ‘obsoleto’, que estuvo diríase que décadas sin que nadie pronunciara tal vocablo, hasta que una buena jornada alguien decidió volverlo a utilizar. Arraigó y se extendió, adquiriendo la persona que lo usaba rango de refinado o medio culto. Ahora, vuelve a estar en retroceso. Abajo y en negrita pongo lo que se fue y quién sabe si regresará en algún momento.
Beber en botijo. Quizá en algún remoto lugar de Extremadura o de Castilla. O un trastornado, para hacernos quedar mal a todo el mundo.
El pantalón bombacho. Sólo pervive ya en las historias de Tintín. Algo es algo.
La palabra ‘nalga’. Queda como desganada o desnutrida, prefiriéndose glúteo, que parece más rotundo. Las dos se usan más bien en plural. O sea, nalgas o glúteos. La última rima con plúteos, que viene a ser como una estantería, lo digo por si haces poesía de la que pega. Sin acento, o sea pluteo, es un artilugio de guerra que usaban los romanos, nada que ver.
Jugar al aro. En la época en que tal se hacía, la expresión aunaba, con su significado natural, el sicalíptico. (Buscar lo que significa ‘sicalíptico’: no te acostarás sin saber una cosa más.)
Los tirabuzones. Niños, por supuesto que no. Pero ni las niñas ni mujeres, a no ser actrices caracterizadas para algo de época. No las quedaba mal, pero menudo trabajo ahora que se han emancipado. Se tiraban una tarde entera.
El niño cantor (en plural sí). Tiene algo de franquista la expresión.
Decir ‘jolines’. Noñismo que decían las niñas antiguas, en sustitución de otra expresión que también comenzaba con la jota. (También se usaba ‘jopelines’, que era ya rizar el rizo, utilizado por la más levantisca del grupo.) Si eres hombre, va en demérito tuyo usar cualquiera de ambas. Aunque con la que está cayendo...
Llamarse Régulo (esto yo no sé si se ha llevado alguna vez). No rima elegante.
Las amas de cría. Tenían luego una autoridad derivada de su función, nada pequeñas todas.
Saltar una tapia. Era el principal oficio de los niños de antes. Quien no ha saltado en su temprana edad una o muchas tapias (el motivo es lo de menos) acarrea una tara que no es de extrañar le haya encaminado a la política. La tapia, por su propia naturaleza, era franquista. Al presente, se utiliza más el ‘vallado’, que no es exactamente lo mismo y suele ser provisional, no como la tapia, que parecía perenne.
Calificar a un niño de ‘estudioso’. Se le ve fatal ahora. El llamado bullying normalmente lo arregla.
Llamar ‘merluzo’. En los tebeos, ahora llamados cómics, se usaba mucho. Luego, pasó a la vida… hasta su fenecimiento. Cabría recuperar el vituperio, dada la colosal hornada de aspirantes a los que sentaría como un guante.
Usar ligas (el hombre). Qué épocas. Gracias a Dios que ya pasaron.
Elogiar a alguien llamándole ‘pundonoroso’. Equivale ahora a ‘remilgado’, que se la coge con papel de fumar. Yo conozco a uno que vive con su madre.
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