RESEÑA NOVELA
"Ella", Henry Rider Haggard (1856–1925) - Horace Holly, estudiante en Cambridge, recibe una noche en su habitación la visita de su amigo y compañero Leo Vincey, con un ruego extrañísimo. Sintiéndose a punto de morir, le encarga la tutela de su hijo de corta edad. Asimismo, le entrega un arca que habrá de permanecer cerrada hasta que el niño cumpla veinticinco años. Dentro hay un mensaje que vincula a la familia con antiguos sacerdotes egipcios, y que ha venido pasando de padre a hijo, a lo largo de generaciones, sin lograr su cumplimiento. Se inicia aquí una aventura prodigiosa por las ignotas tierras de África, en las que el hirsuto y feo Holly, en compañía del joven y hermoso Leo Vincey, van en pos de la enigmática ciudad de Kôr para intentar resolver el misterio que encierra el linaje familiar. Allí aguarda, desde hace milenios, en terrible y angustiosa soledad, la inmortal Ayesha. Título emblemático de la narrativa fantástica y de aventuras, se tradujo rápidamente a multitud de idiomas, vendiendo millones de ejemplares, y suscitó la atención y hondo interés de los mismísimos Sigmund Freud y Gustav Jung, que consideraron a Ayesha, “la que debe ser obedecida”, como encarnación del eterno femenino. La vida y la muerte, el amor y la traición, los celos, el Más Allá, la eternidad, la espera, se amalgaman en esta obra que ha cautivado y maravillado a generaciones de lectores.
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¡Siempre el interés del hombre por lo que hay más allá!, yo me conformaría con medio entender el más acá, la realidad de hoy, cómo actúan la gente, porque o yo estoy tonta pero aquí lo veo todo como una ficción, todo como una supuesta apariencia...mejor leer las obras literarias, porque más me gustaba la realidad de Buero Vallejo y Miguel Delibes...un personaje salido de una obra se preguntaba...¿ qué esconde la gente de a pie?.
ResponderEliminarTodo esto de aquí es un teatro. Lo sabe usted y lo han dicho los clásicos. Un saludo.
EliminarY la gente de a pie encierra -encerramos- muchas veces lo innombrable. No podemos estar seguros de conocer a nadie.
EliminarUn gran beso, Estimado Señor Rey, muy ciertas sus palabras.
EliminarLe agradezco de todo corazón que me haya respondido, necesitaba una contestación a mi gran duda.
EliminarOtro beso para usted.
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