jueves, 17 de marzo de 2016

COLECCIÓN DE NOVELAS DE MISTERIO


La Editorial Magguffo, radicada en el Desfiladero de las Termópilas, acaba de sacar a la palestra su colección de novelas de misterio, de cuyas primeras entregas hacemos gustosa referencia.

‘El misterio de la rubia teñida’. Ejercicio apasionante para dilucidar si la protagonista era rubia natural y se volvió castaña o morena, sin descartar que fuera pelirroja, o era como acabamos de decir y acabó rubia, platino o no, que también tiene su aquél.

‘El caso de la daga enjoyada’. Lo de menos es que con ella se consumara un asesinato o los que fueran. Lo principal reside en dilucidar, a partir de las prolijas descripciones que se nos ofrecen, qué clase de gemas incorporaba en su empuñadura el arma, cuál era su procedencia, sin omitir aquilatar su valor en el mercado.

‘El caso del bolero cadencioso’. Lo ponían a todas horas, principalmente de noche y a la hora de la siesta. Por qué lo hacían. Quién estaba detrás. Qué objetivo perseguían. Y si guardaba relación con aquel espantoso asesinato que terminó horrorizando a todo el barrio.

‘El caso de la primavera tardía’. Impecable ejercicio que nos muestra, en estricto orden: 1) Por qué se demoró la primavera, permitiendo que el blanquecino y duro invierno ocupara más meses de los que le correspondían en el calendario; y 2) Cuánto duró y, si acaso, ella, la primavera, invadió asimismo el tiempo destinado tradicionalmente al verano.

‘El misterio del ascensor’. Por qué había en aquel paraje un ascensor. Quién mandó ponerlo. Quién lo construyó y montó. Número de personas que ulteriormente lo ocuparon, de subida o de bajada. Su rango, posición en la vida, sus costumbres. En qué acabó aquella ilusionante empresa.

‘El caso del caballo de carreras’. Qué velocidad alcanzaba el solípedo. Las carreras que ganó. Las que perdió. El jockey que lo montó, o si fueron varios. Si el dueño sufrió presiones para que resultara amañado el resultado. Si el dueño presionó para que resultara amañado el resultado. Si la policía pilló a alguien, en referencia a esto de amañar el resultado.

‘El caso del marido hacendoso’. Hacía sin rechistar las tareas de la casa. No le gustaba nada la cerveza. Se acordaba de las fechas señaladas. Aquello tenía que encerrar un oscuro secreto. Ella se propuso averiguarlo. Lo que encontró fue más fuerte de lo que nunca pudo llegar a imaginar.

‘El misterio del colchón en la ladera’. Quién abandonó ahí, limpiamente (es un decir), el colchón. La persona o personas que durmieron sobre él a lo largo de su (prolongada en exceso) vida útil. Si hicieron otra cosa que dormir; verbigracia, tomar el desayuno, dejándolo todo perdido de migas de galletas. Por qué no se llamó al ayuntamiento, que ofrece un servicio gratuito de recogida de trastos, etcétera.

‘El caso del Evangelio perdido’. Historia pérfida y perfectamente documentada de las razones por las que el Vaticano escondió en un sótano durante siglos este papiro imperecedero, escrito en sumerio, en chino y en acadio, bajo la custodia de una orden secreta, y por qué ahora un investigador audaz e independiente va y lo saca.

‘El misterio de las tres mujeres’. Por qué eran tres. Por qué no más, o menos. Quiénes eran. Por qué se reunían en aquel café después de llevar a los niños al colegio. La razón de su charla insustancial y colorista. Y si alguna de ellas, o las tres, integraban la asociación de padres y madres de la escuela.



2 comentarios:

  1. Jejejej, Señor Rey, el misterio del bolero cadencioso, me ha encantado y cuidadín con las mamás de la asociación de padres y madres podrían ser espías.

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    1. Quien dice bolero (yo es soy un antiguo), dice rock o como se llame ahora.

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