RESEÑA NOVELA
"Una historia aburrida. Memorias de un hombre viejo", Antón Chéjov (1860–1904) - Nicolái Stepánovich, médico, profesor emérito en la Universidad, con numerosas condecoraciones en su haber, tanto en Rusia como en el extranjero, vive modestamente con su mujer y su hija. Últimamente, padece de insomnio y la noche es una larga y agónica espera para él. Al filo de la muerte que siente aproximarse, experimenta una fuerte e insoportable desazón. El mundo, al que hace no tanto le encontraba algún sabor, ahora le parece triste, gris, absurdo, y las personas que le rodean, comenzando por su propia familia y siguiendo por amigos o colegas, infatuados títeres sin personalidad ni relieve. Impotente el profesor para encontrar una salida, tampoco es capaz de proporcionársela a los demás, en particular a su ahijada Katia, aquejada del mismo sinsentido y que busca en su amigo y tutor una respuesta. El maestro ruso indiscutible del relato corto, capaz de reflejar en apenas unas pinceladas, a menudo cómicas, la angustia y el dolor, nos muestra en esta novela, tampoco muy extensa, la atonía de una sociedad que se debate en la inacción y que no sabe canalizar su energía hacia el presente, tema muy ruso, por otra parte. La ciencia está llena de prejuicios; la literatura, las novelas, repletas de pensamientos adocenados y carentes de espíritu verdaderamente creador; la sociología y el arte, siguen el mismo camino sin objeto... Éste fue el inmenso drama del pueblo ruso, tan admirablemente descrito por nuestro autor en este y otros textos y teatro. No queda claro -o sí- si el nihilismo que se respira en la narración sería también el del autor, un nihilismo, claro, en su caso no violento. Sea como fuere, maravilloso creador en lengua rusa, cuyo diagnóstico de los males que aquejaban y oprimían aquel mundo resulta inapelable.
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Pues no hay dudas que estamos presenciando ese mismo nihilismo de la obra. El no encontrar sentido al presente, nadar en la nada. Debe ser magnífica obra. Un abrazo, Señor Rey.
ResponderEliminarRequetebuena, la obra. La volví a leer (por tercera vez) para el blog, y me pareció encontrar algún matiz que antes no había percibido; de ahí, mis últimos renglones. Un abrazo.
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