jueves, 12 de febrero de 2015

LA CASTA CULTURAL

DIMES Y DIRETES

Puestos a hablar de ‘casta’, que a algunos no se les cae de la boca la expresión, hablemos de la casta cultural, que no la menciona nadie, ni la derecha, ni la izquierda. Tampoco esos que, como María Cristina, nos quieren gobernar, y que si llegan, vayan haciendo acopio de papel higiénico y suministros básicos. 

La tal casta cultural existe. Y bien gorda, rolliza y lustrosa que la hemos criado a nuestros pechos… aunque más que magro ha sido el resultado que nos han rendido, en las diversas disciplinas artísticas. 

¿Por qué nadie habla de la ‘casta cultural’? Si tienes paciencia te lo explico. 

Por dos razones. 

1) El desconocimiento de su existencia. Mayoría de personas cree de buena fe que lo que se ve en cultura, bueno, malo, mejor, peor o regular, es lo que hay. 

2) Los que sí saben de su siniestra realidad, porque la han creado, están interesados en mirar para otro lado. 

La razón de la izquierda en este empeño negatorio radica en que es su principal beneficiaria, habiendo obtenido de tal casta réditos políticos sobrados. 

Y la razón de la derecha, subsidiaria culturalmente de lo que hace la izquierda, se explica por esa cobardía clamorosa de la que son ejemplo ese que responde por Rajoy y esa otra que responde por Soraya, derecha del estómago que no quiere problemas. 

Pero los problemas, Rajoy, Soraya, siento tanto tenerlo que apuntar, los problemas, digo, no por rehuirlos y mirar para otro lado, desaparecen. 

Aparte que no sois tan listos de relacionar la causa con la consecuencia, vale decir la porquería cultural vigente desde la llamada Transición –comandada por el fatuo y pomposo Grupo Prisa– con la descomposición actual de España, que es el fruto directo de lo que denuncia esta columna desde el título. 

Pues cada cual es hijo, no sólo de sus obras, que decía con razón Cervantes, sino de las ficciones que consume. 



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