Al lento e incesante goteo
UNO: Si pides opinión, te la darán.
DOS: La pena ajena es siempre pena de uno mismo.
TRES: De un film de espionaje: “Todas las mujeres son espías”.
CUATRO: Aquel señor estaba dividido en dos bandos irreconciliables.
CINCO: La categoría es más importante que la anécdota, pero ésta es mucho más entretenida.
SEIS: El hombre cargado de razón suele ser pesadísimo.
SIETE: La novela plasma el desarrollo de una historia; el teatro, la quintaesencia de un conflicto.
OCHO: Federico Jiménez Losantos, en su día: “Curioso país aquel donde los belicistas son agredidos por los pacifistas”.
NUEVE: Caso común: Le habían sobornado sin que se diera cuenta.
DIEZ: La historia se repite. ¡Cómo no, si la protagonizan los mismos!
ONCE: Se advierte la llegada del buen tiempo por el desasosiego general de la
mujer, que, aterrada, la emprende con la dieta.
DOCE: Las consecuencias de los actos raramente son reconocidas como tales.
TRECE: El patio del colegio, vacío, de noche, mojado por la lluvia...
DOS: La pena ajena es siempre pena de uno mismo.
TRES: De un film de espionaje: “Todas las mujeres son espías”.
CUATRO: Aquel señor estaba dividido en dos bandos irreconciliables.
CINCO: La categoría es más importante que la anécdota, pero ésta es mucho más entretenida.
SEIS: El hombre cargado de razón suele ser pesadísimo.
SIETE: La novela plasma el desarrollo de una historia; el teatro, la quintaesencia de un conflicto.
OCHO: Federico Jiménez Losantos, en su día: “Curioso país aquel donde los belicistas son agredidos por los pacifistas”.
NUEVE: Caso común: Le habían sobornado sin que se diera cuenta.
DIEZ: La historia se repite. ¡Cómo no, si la protagonizan los mismos!
ONCE: Se advierte la llegada del buen tiempo por el desasosiego general de la
mujer, que, aterrada, la emprende con la dieta.
DOCE: Las consecuencias de los actos raramente son reconocidas como tales.
TRECE: El patio del colegio, vacío, de noche, mojado por la lluvia...
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jeejjejejej, " todas las mujeres son espías", por si acaso, ¿Verdad, Señor Rey?. Me quedo con la anécdota está claro. El caso común del número nueve es demasiado, nadie se da cuenta de nada ni sabe nada...no se preocupe Señor Rey sigo el final del número trece, jejejejje, me encanta las historias de las mujeres que se le ocurren, también puede aparecer una participante un tanto traviesa y revolucionar un blog, jejejejje...un abrazo Señor Rey.
ResponderEliminarNo se fíe usted de las mujeres, anónima Teresa, a la menor la lían... Y un abrazo.
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