HUMOR ENTRE CASCOTES (DISPARATE)
NOVELA POLICIAL
Capítulo primero: El sobre
El sargento avanzó sobre la acera, húmeda y resbalinosa por la niebla que venía en oleadas desde el Hudson. Al final de la calle, unas letras de neón de color rosa señalaban la bolera regentada por Sparky. Éste emergió solapadamente del local, coincidiendo con el uniformado delante del negocio.
–No le esperaba una noche tan desapacible –murmuró con nerviosismo.
–Tenía ganas de estirar las piernas –repuso displicente el policía, inmovilizándose sobre las mismas.
Sparky sudaba copiosamente a pesar del frío. Lanzando un par de rápidos vistazos a ambos extremos de la calle, sacó de debajo de su sucia camiseta, que encubría acaracolados rizos, un sobre grasiento de papel manila que fue a enterrarse en algún lugar de la guerrera del sargento, empapada y brillante por las gotas microscópicas que danzaban en el aire con suavidad de bailarinas antes de estrellarse contra los objetos.
El agente permaneció todavía unos segundos sin moverse, iluminado por el neón.
–Creo que seguiré con el paseo –dijo al fin.
El dueño del negocio le contempló alejarse, cruzando la calzada solitaria.
Capítulo 2: El encuentro
Dos cuadras más allá, el sargento tropezó con un bulto que venía de frente.
–¡McMurthy! –exclamó al reconocerle: era su compañero de promoción más chinche.
–Flanagan –replicó serenamente el otro.
Se miraron desafiantes, hasta que el duro rostro del sargento se distendió en una sonrisa.
–Tomemos un bourbon –invitó Flanagan, señalando el puntito luminoso de un tugurio que permanecía abierto toda la noche, donde había prostitución, droga y se conculcaban sistemáticamente las virtudes teologales.
–Hablemos aquí –McMurthy le sujetó del antebrazo.
–Ten cuidado con lo que vas a decirme –le avisó su compañero, frunciendo los labios, con lo que le quedó boquita de piñón.
Capítulo 3: El desenlace
Flanagan lloraba desconsoladamente sentado en la tapa de un tacho de basura. (Lo de tacho es traducción argentina.)
–Coño, Flanagan. Si sé que lo ibas a tomar así...
Aquél levantó dolido el rostro.
–Sólo porque me ves recibir semanalmente un sobre, piensas que me están untando.
-¡Quién iba a suponer que eras coleccionista de dinero, como otros coleccionan cromos, y que el altruista de Sparky te ayudaba a conseguirlo...! ¿Me perdonas?
–¡Pero que no se repita! –Flanagan saltó del tacho (ya he dicho que es voz argentina) y extendió su callosa manaza al compañero.
Desde entonces no hubo ya jamás malentendidos.
Soy más partidaria de coleccionar cromos no creo que den tantas complicaciones, o discos de vinilos, o libros antiguos...en fin cada uno que coleccione lo que quiera...eso sí a saber cómo se unen tan bien la gente, seguro Ugo Beti lo sabía.
ResponderEliminarColeccionar billetes es algo que algunos clanes hacen. Lo malo es que acumulan muchos 'repes', aunque no parece que les importe.
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