La OMS, como todo el mundo sabe, es la Organización Mundial de la Salud, entidad que no sé muy bien de quien depende, me parece que de la ONU, pero que tiene por misión preservarnos de la enfermedad o que, si la cogemos, discurra con benignidad y nos recuperemos cuanto antes. Pues ahora va y dice que si comemos carne elaborada -no la vamos a comer cruda- cogeremos cáncer.
Acordaros tú de cuando esta misma OMS nos prevenía -parece que fue ayer, cómo pasa el tiempo- contra la gripe A, la gripe aviar, la porcina, el mal de las vacas locas, el bicho ése que se alojaba, nos decían, en el pescado y, seguramente, algunas otras de las que no me acuerdo.
¿Qué fue de tantas gripes, pestes y demás? Lo sabéis ustedes tanto como yo: nada de nada. Y entonces, la pregunta pertinente: ¿por qué lo hacen? ¿Por qué nos amargan la comida, la cena, la merienda, nunca mejor dicho?
Sospecho que hay un virus, éste sí de verdad, que se aloja en el cerebro de las citadas autoridades sanitarias, si bien se me escapa cómo y dónde lo han cogido. También puede que no les lleguen las neuronas para más, o que se aburran en el despacho, siempre contemplando desde la ventana el mismo panorama de idénticos tejados, por debajo de los cuales vivimos los mortales, y nos quieren dar estopa.
Esta triste y patética columna no va a decir eso tan hedonista de ‘comamos, bebamos, que mañana moriremos’, pero por relajarnos un poco al sentarnos a la mesa tampoco pasa nada. Más te vale alimentarte a tu aire, sin esa espada de Damocles que te quieren colocar, que seguir las consignas de gente tan conspicua (esto es ironía, píllalo) y que se sacó su título de médico, no voy a decir en una tómbola, sino en la caseta justo al lado. Dicho sea con todos los respetos.
Recomendaros por último un criterio muy sensato para tener salud. Preguntarse qué dice la OMS. Y hacer lo otro.
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