DIMES Y DIRETES
Es cultural y políticamente correcto hacer campañas de ‘animación a la lectura’, con el objetivo declarado de elevar el nivel cultural de la población, en particular de la gente más joven, adolescentes y escolares. Abundando en esta idea, el lema no recuerdo si de una editorial o librería abogaba literalmente por una ‘sociedad lectora’. Nos permitimos discrepar de este propósito. Las reiteradas campañas de ‘animación a la lectura’ –es hora de decirlo– tienen una finalidad más crematística o ideológica que cultural. De igual forma, la llamada ‘sociedad lectora’, de alcanzarse, no sería otra cosa que una sociedad totalitaria, pues impondría transversalmente a todos lo que no debe ser más que una opción voluntaria –todo lo recomendable que se quiera–, convirtiendo además en sospechosos a quienes sean reticentes, con todo derecho, a engrosar las filas de la gente sesuda, prefiriendo emplear su ocio en otros campos. Lo indicado sería una sociedad en la que todo el mundo que quisiera pudiera leer sin problemas… y el que no quisiera se librara de la estigmatización que se le impone. Sociedad libre y plural, en todo caso.
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