DIMES Y DIRETES
Pocas cosas merecen homenaje en este bajo mundo. Los personajes que aquí actuamos adolecemos de hipertrofia e hinchazón, como el río que baja crecido y se lo lleva todo por delante, con especial saña hacia la vivienda del humilde. Cuando en la autodenominada Unión Soviética llevaban al Gulag a sus ciudadanos (!), quedaban unos niños a la intemperie. Los rescataban de la calle o del hospicio anónimas viejucas llenas de prejuicios, que alojaban, criaban y educaban a las pobres víctimas, que ni siquiera eran de su sangre. Lo cuenta Vasili Grossman en su novela ‘Vida y destino’. Esas que se quedaban para vestir santos salvaban la vida y dignidad de los inocentes. Cuántas hay de esta categoría, principalmente en los pueblos y la periferia de este inmenso gran teatro. Nadie las ve, excepto los niños y los indefensos animales, perros, gatos, que alimentan a escondidas. Cuando llega el invierno, y con él la soledad, parece que Dios vuelve la espalda, pero es entonces cuando mira con incrementado ardor. Algún día, el león pacerá con el cordero y un niño pequeño les pastoreará. Y suponemos, aunque no está escrito, que bajo la atención vigilante de una vieja.
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Qué razón tienes. Brindo por todos los héroes anónimos y a ellos les hago reverencia y me quito el sombrero. Oleeeeeeeeeeee..........
ResponderEliminarGracias por el comentario. Las personas verdaderamente importantes, según mi limitada experiencia, no están bajo los focos sino todo lo contrario.
EliminarAsí es, la existencia de personas muy valiosas para la sociedad y son desconocidas. Estoy con Usted, Señor Rey, las personas veraderamente importantes están bajo los focos, pero yo distinguiría dos tipos de personas bajo esos focos, los buenos y los malos, pero nunca están en primera fila, son inteligentes ambos, unos pueden ser morales y otros amorales.
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