HUMOR ENTRE CASCOTES (ENIGMA)
El viejo maestro, a su discípulo:
–Te he explicado los arcanos del cielo y de la tierra. Por qué los astros se sujetan sin caerse de su bóveda, fuera de algunos fragmentos insignificantes que hemos dado en llamar meteoritos. Sabes el impulso que hace girar nuestro planeta, originando el día y la noche; y aquel otro que lo traslada en perfecta circunferencia en torno al sol, dando pie a las estaciones, o por lo menos ésta es la verdad establecida por la ciencia, sobre la que no dejo de tener algunas dudas...
“No ignoras la incertidumbre de los mares, que encierran en su seno animales gordos y terribles, como son el tiburón, el cachalote... y el calamar gigante, que ríete del pulpo, el cual lleva la fama, pero su pariente de tentáculos carda la marina lana y ha llegado a arrastrar al abismo navíos tamaños...
“No voy de nuevo a relatarte el motivo por el que la jirafa posee su desproporcionado cuello, y el tapir su ridícula nariz, que se diría hecha a propósito para avergonzarle. Como tampoco la razón de que las aves píen, los estorninos vuelen en apretadas bandadas en invierno, el gorila se golpee el pecho, gruña el cerdo y huela mal o galopen por la llanura los corceles, arrancando un ruido que parece de tormenta...
“Todo esto, y mucho más, te lo enseñé. Así como a sacar raíces cuadradas, dividir un polinomio, memorizar emplazamiento y fecha de crudelísimas batallas que torcieron el curso de la historia, aunque bien mirado habría dado lo mismo... y este pensamiento escéptico es hijo de la filosofía que asimismo embutí en tu alma, desde los griegos presocráticos al actual cantamañanas que sale por la tele y que no sabe hacer la redonda “o” con un canuto, motivo por el que no cabe descartar, sino todo lo contrario, que se encumbre al pináculo del político ejercicio...
“Mi última lección, te lo confieso, es la más ardua. Y tan peligrosa, que nadie ha osado ponerla por escrito... Me pasó por la cabeza el omitirla, lanzándote al mundo sin este crucial conocimiento, mas mi sentido del deber prevaleció y allá te va...
“Rivalizando con las esferas que cuelgan del empíreo y que acabo de recordarte, la mujer –de ella se trata–, pasea las redondeces de que es dueña (apretadas y ceñidas por ropa que suele comprar de inferior talla), sin parar mientes en su influjo pernicioso hacia el varón... siendo ésta la explicación de que muchos de nosotros, incapaces de hacer frente a esta enemiga, hayamos devenido en ermitaños, refugiándonos en claustros, cuevas y lugares apartados, donde todavía –fíjate tú– se nos hacen presentes en el sueño, cuando no en forma de súcubos, colocándonos en importante aprieto que personalmente soluciono arrojándome desnudo por laderas pedregosas, con riesgo de quedarme enganchado en una grieta...
–Te he explicado los arcanos del cielo y de la tierra. Por qué los astros se sujetan sin caerse de su bóveda, fuera de algunos fragmentos insignificantes que hemos dado en llamar meteoritos. Sabes el impulso que hace girar nuestro planeta, originando el día y la noche; y aquel otro que lo traslada en perfecta circunferencia en torno al sol, dando pie a las estaciones, o por lo menos ésta es la verdad establecida por la ciencia, sobre la que no dejo de tener algunas dudas...
“No ignoras la incertidumbre de los mares, que encierran en su seno animales gordos y terribles, como son el tiburón, el cachalote... y el calamar gigante, que ríete del pulpo, el cual lleva la fama, pero su pariente de tentáculos carda la marina lana y ha llegado a arrastrar al abismo navíos tamaños...
“No voy de nuevo a relatarte el motivo por el que la jirafa posee su desproporcionado cuello, y el tapir su ridícula nariz, que se diría hecha a propósito para avergonzarle. Como tampoco la razón de que las aves píen, los estorninos vuelen en apretadas bandadas en invierno, el gorila se golpee el pecho, gruña el cerdo y huela mal o galopen por la llanura los corceles, arrancando un ruido que parece de tormenta...
“Todo esto, y mucho más, te lo enseñé. Así como a sacar raíces cuadradas, dividir un polinomio, memorizar emplazamiento y fecha de crudelísimas batallas que torcieron el curso de la historia, aunque bien mirado habría dado lo mismo... y este pensamiento escéptico es hijo de la filosofía que asimismo embutí en tu alma, desde los griegos presocráticos al actual cantamañanas que sale por la tele y que no sabe hacer la redonda “o” con un canuto, motivo por el que no cabe descartar, sino todo lo contrario, que se encumbre al pináculo del político ejercicio...
“Mi última lección, te lo confieso, es la más ardua. Y tan peligrosa, que nadie ha osado ponerla por escrito... Me pasó por la cabeza el omitirla, lanzándote al mundo sin este crucial conocimiento, mas mi sentido del deber prevaleció y allá te va...
“Rivalizando con las esferas que cuelgan del empíreo y que acabo de recordarte, la mujer –de ella se trata–, pasea las redondeces de que es dueña (apretadas y ceñidas por ropa que suele comprar de inferior talla), sin parar mientes en su influjo pernicioso hacia el varón... siendo ésta la explicación de que muchos de nosotros, incapaces de hacer frente a esta enemiga, hayamos devenido en ermitaños, refugiándonos en claustros, cuevas y lugares apartados, donde todavía –fíjate tú– se nos hacen presentes en el sueño, cuando no en forma de súcubos, colocándonos en importante aprieto que personalmente soluciono arrojándome desnudo por laderas pedregosas, con riesgo de quedarme enganchado en una grieta...
“La entera visión de la hembra –te lo advierto– es reprobable, con particular estrago en primavera. Desde su pie al que muchos rinden fetichista culto, pasando por el tobillo que encandiló a nuestros decimonónicos abuelos en la parada del tranvía; ascendiendo por las rodillas carnosas y la berroqueña dureza de los muslos, que anticipan las caderas –en cuyos recónditos meandros se encuentra buena parte del busilis–; y subiendo por la cintura y el ombligo hasta alcanzar –¡oh, soberbia escultura, cima de la universal alfarería, compendio integral de lo sublime!– lo que semeja sendas huchas o vasijas...
“Estoy hablando de los pechos, cuyo pezón culmina las aréolas; y que son éstas, las aréolas, el doble exacto, pero de color amulatado, de las nevadas cumbres de los altos picachos que escala el montañero, seguramente en inconsciente evocación de esta gemela maravilla...
“Todo lo que acabo de mencionar es raíz de perdición para nosotros, no lo olvides. Y multiplícalo por tantos ejemplares como habrás de encontrarte por el mundo, que la que no tiene una gracia tiene otra...
“En cuanto a la parte metafísica, me refiero a sus embelecos, sus ardides, sus engaños, que han logrado sojuzgar a hombres cabales, ¿qué decir? Son estos recursos el exacto complemento de su físico, de igual forma que la artillería y aviación prestan su paraguas protector a las tropas de tierra... En este campo intangible, nada es lo que parece. Si se fingen débiles, son fuertes; cuando lloran, por dentro están riendo; al suplicar, ordenan; y si afirman no, dicen que sí...
“Viene a ser un mundo colocado ante el espejo, donde la mano izquierda es la derecha y viceversa; la raya del peinado se sitúa al otro lado (no explicándose, dicho sea de paso, cómo consigues anudarte la corbata con la de vueltas y revueltas que hay que dar). O como el negativo de una foto, en el que lo blanco se traduce en negro y al revés...
“Sé que semejante información –en su doble vertiente material y etérea– hace temblar el armónico edificio de cordura que, con mi ayuda y magisterio, has venido construyendo desde tus tempranos años. Pero también conozco que, como no espabiles en esta faceta que ahora expongo en mi postrera enseñanza, irás de cráneo, te perderás en hostiles vericuetos, desconocerás los puntos cardinales de la vida, deambulando por sus bajíos, sin alcanzar jamás puerto seguro...
“Ahora ya lo sabes... Por último –mira que así te lo encarezco– nunca presumas de conocer esta lección... que en ningún momento yo te he dado y la presente charla no ha existido y, por la cuenta que me tiene, habré de negarla en cualquier caso, así me apliquen electrodos al prepucio...
Fascinante, realmente fantástica la explicación, Gran Maestro Señor Rey, su alumno espero que haya comprendido bien sus explicaciones porque lleva toda la razón, aunque no sé que decirle hay Señores tan altivos y engreídos que no creo que se dejen llevar por la seducción de una Señora.
ResponderEliminarJejejejej, el remedio que se pone a Usted mismo, desnudo por las laderas, los monjes cátaros ya lo decían, nada de mujeres, porque las mujeres representan la lujuria, al igual que las flores tienen belleza pero también espinas. Todos esos consejos están hasta en los capiteles románicos...¿ si nos fijamos en la actualidad que es lo que hay....?.
No puedo yo añadir nada a lo que indica este maestro...
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