miércoles, 12 de noviembre de 2014

INCERTIDUMBRE EN LA GRANJA (A los animalitos en general)

HUMOR ENTRE CASCOTES (DISPARATE)

   El gallo se había venido tirando a las gallinas, que tenían fama de casquivanas y era cierto. Luego le intentó un viaje al cerdo, pero éste, revolviéndose, lo envió de un hocicazo al palomar, donde sembró alboroto y confusión entre las torcaces y hubo de expulsarle la granjera con el rastrillo. (En seguida hablamos de la granjera.)
   Entre las remilgadas ocas se comentaba que una de ellas, la más docta y ejemplar, se entendía con el de la cresta. Hubo conciliábulo, pero en ese momento cayó un chaparrón y cada quisque optó por donde pudo.
   Al asomar de nuevo el sol su mofletuda y sonriente faz entre las algodonosas nubes, rieron los conejos en sus jaulas. La vaca, que cada mañana se dejaba magrear las ubres y a quien le gustaba mucho ver pasar los trenes, les afeó el gesto avisando de la presencia de la camada de gatitos, que daban sus primeros y sorprendidos pasos bajo el porche. Muchas caras se ensombrecieron de censura, destacando la del percherón, que era un meapajas y por esta razón se le tenía una manía espantosa, pues luego los demás se tenían que comer el forraje.
   La granjera (aquí la tenemos), dueña de unas fantásticas domingas que comentaban en el bar los exégetas del pueblo, volvió a salir al exterior, y un vientecillo travieso la subió las faldas, circunstancia que fotografió implacable un satélite desde el espacio, y menudo jolgorio tuvieron en la NASA.
  La colonia de ratones, comandada por un severo roedor de encanecidos mostachos, se había lanzado en bloque para horadar los sacos de grano y llenarse la panza. Pero el gato, que a pesar de que le habían rebanado la botija se mantenía activo y diligente, hizo una escabechina diezmando a la cuadrilla, quienes luego exigieron responsabilidades políticas al provecto múrido, que echó balones fuera y tuvo el morro de afianzarse más en el cargo.
   Las alimañas del bosque hacía tiempo que deseaban invadir la granja, porque no soportaban que la tensión épica con que se ganaban el sustento fuera puesta en solfa por los cautivos. Éstos, al enterarse, se sintieron dominados por el terror, sentimiento que raramente experimentaban, pues solían engañarse sobre el sentido de la vida y pensaban que todo era Jauja.
  Cacarearon las gallinas, en esta ocasión no porque las empitonara el compadre, que no dejaba de ser un bravucón y no tenía ni media bofetada. Los gatitos, patitos y corderitos pidieron a sus madres respectivas que los adormecieran con un cuento, el cual fue sin excepción tan malo que no pegaron ojo en varios días.
   La granjera (vuelta con ella), que dormía sola, hecho que se juzgaba escandaloso en la comarca, se levantó durante la noche al oír ruidos, quedándose maravillada de la apocalíptica vorágine a que se habían entregado los animales, dándolo ya todo por perdido. Oscuras sombras –éstas son las alimañas– se deslizaron por el vallado hacia el interior de la granja.
   Empaquetó la mujer sus pertenencias personales, abandonando el lugar y yéndose a vivir con un robusto leñador que la había solicitado en vano anteriormente. Y es que, pensaba ella, a falta de pan buenas son tortas.
   Y de momento no se sabe qué más aconteció.



7 comentarios:

  1. Entre jolgorio y jolgorio los animalitos se divierten felizmente y consiguen sus regalos.

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  2. Una fábula de Esopo a la española...

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    1. Señor Rey, Esopo era mucho Esopo, siempre daba en diana, con los ejemplos del Zorro y la Uva, y mira que nos fijamos muchas veces en la fisonomía de las personas y vemos el calco de estos animalillos, y el calco de la personalidad también. El Doctor Gregorio Marañón se fijaba mucho en la fisonomía y tenía razón, ojos chiquitos, frente fruncida, naríz...dice mucho.

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  3. Discrepo de Marañón, al que por otro lado admiro.

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    1. Siempre es bueno y positivo discrepar respetuosamente y aceptar otras visiones.

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  4. Pues aquí una incondicional seguidora del blog, pero humilde pensadora, es ferviente discípula de las obras y enseñanzas de don Gregorio, ¡¡¡hombre de reclinatorio!!!, amén de por su infinita sabiduría por su profunda humanidad...Otro gran preterido. En fin... Y de Lombroso, Rey de Sola, ¿discrepa usted también de Cesare Lombroso?...

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    1. El tal Lombroso parecería superado. La fisonomía, a mi modesto entender, no explica el impulso delincuente. Yo también admiro a Marañón y de joven leí unos cuantos libros suyos.

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