martes, 9 de febrero de 2016

"EL SOL DE LOS MUERTOS", Iván Shmeliov

RESEÑA NOVELA

"El sol de los muertos", Iván Shmeliov (1873–1950) - ¿Se puede hacer un libro bellísimo sobre el hambre, un hambre absoluta, lacerante, exterminadora? La respuesta es esta novela, en buena parte autobiográfica, escrita por su autor en su exilio parisino, tras su terrible experiencia, paralela a la de tantos millones de compatriotas que vieron con estupor cómo el mal cuasi absoluto se enseñoreaba de su patria. Crimea, a orillas del mar. Lugar en el que todavía queda recuerdo de la abundancia, antes de que viniera el comunismo a sembrar la tierra de ceniza. Aunque pudiera parecerlo, este libro no habla de política ni de ideología. Habla del ser humano, y de la angustia, física y moral, en que cayó en aquel lugar tras el derrumbe del antiguo régimen zarista. Las promesas de los revolucionarios hubieran quedado en promesas incumplidas, sino que se trocaron en un horror incomprensible para la inmensa mayoría, incluidos quienes de buena fe les apoyaron, persiguiendo un Futuro -así, con mayúsculas- que habría de establecer, por primera vez en la historia, la justicia universal para los oprimidos. En su lugar, el hambre, la sangre, la tortura, y la insoportable soberbia y crueldad de los revolucionarios. Parafraseando el símil evangélico, se cambió el humilde pan proveniente del trabajo por las duras piedras, los animales al servicio del hombre y que eran sus compañeros, por enflaquecidos y lancinantes despojos que sirven de presa para todos. Se insiste en que esta obra poética y sublime no habla de política, sino del hombre sometido a una plaga que no puede comprender y que obliga a las mujeres -y a las niñas- a comerciar con su cuerpo por, literalmente, un trozo de pan; a hombres y mujeres, antes dignos y legítimamente orgullosos, en mendicantes. Todo ello en una naturaleza que todavía conserva su hermosura, pero que al tiempo anuncia la muerte después de mucha humillación y sufrimiento. El autor fue apoyado por Gorki en sus comienzos; posteriormente, cayó en desgracia para unos y otros. Poco a poco, se le va reivindicando en su país. Thomas Mann llegó a pedir para él el Premio Nobel.



3 comentarios:

  1. En la vida no cabe ideologías ante el horrible comportamiento de un hombre con el otro. No sé si hay un refrán que dice algo así...que a veces las personas necesitan Ver para creer...a mí los ojos de Herta Muller me impresionan, porque hablan por sí mismos también.


    Si en la normal vida observas el egoísmo y la insensatez de las personas, de esos pequeñas zancadillas que se pone una persona a otra, no sé que puede llegar a ser lo que describe el autor...


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  2. Me ha entrado hasta escalofríos.

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    1. Del mismo autor, "El camarero". Menos poética, igualmente formidable.

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