martes, 12 de abril de 2016

"EL MÍSTICO", Santiago Rusiñol

RESEÑA TEATRO

"El místico", Santiago Rusiñol (18611931) - El sufrimiento es la otra cara de la moneda del amor, se ha dicho de siempre y es verdad. El padre Ramón cifra el suyo en el amor más alto, que es el amor a Dios, sacrificando otro que puede ser legítimo, el de Marta, recogida en casa por su madre y a la que el contacto con este hombre santo que la ha enseñado entre otras cosas a leer y escribir y a apreciar la belleza ha despertado a una vida más elevada. Francisca, la madre de Ramón, quiere a su hijo con locura y, por semejante razón, no comprende la sublimidad de su renuncia. Pero su ceguera es temporal; no así la de los ricos y favorecidos, cuyo cristianismo es epidérmico y, por qué no decirlo, les sirve de justificación y coartada para su egoísmo radical. Las personas, nos enseña esta obra, que mana directamente de las lecciones del Maestro, se pueden redimir de los peores crímenes. Cuesta bastante más, y en algún caso es imposible, desprenderse de la capa de comodidad e indiferencia, que es bastante más común y resulta infinitamente más dañina. El padre Ramón, trasunto del inmenso poeta que fue Jacinto Verdaguer, y que como él compone versos, con su oración y ofreciéndose sin reserva por los suyos los cercanos y los que apenas ayer no conocía–, triunfa finalmente en su ciclópea empresa, entre la incomprensión de algunos y la elevada admiración de otros. Bien trazado el carácter de Francisca, cuyo egoísmo maternal y sus arranques se comprenden, y el de Marta, inmensamente generosa y vulnerable, sin olvidar los otros personajes, algunos meramente abocetados. El autor dividió su actividad entre la literatura y la pintura, siendo figura destacada de la Renaixença catalana.

1 comentario:

  1. ¡La capa de la comodidad envilece a las personas también, las hace ser serviles y posiblemente lleguen hasta adaptarse a ella! Debe ser sorprendente obra, la leeré cuando pueda. Tal como esta el patio, mejor tener fe en Dios, no sé si llegaremos a ser místicos o no...pero Dios es vida y dulzura.

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