RESEÑA TEATRO
"La huella", Anthony Shaffer (1926– 2001) - Parodia y homenaje al tiempo de las ficciones policíacas. Andrew Wyke, hombre próximo a la sesentena y autor de novelas de este género, aficionado también a los juegos de mesa más sofisticados, invita a su mansión en el campo al joven y atractivo Milo Tindle, amante de su mujer, al que propone un juego en el que ambos resulten beneficiados. Milo acepta… pero las cosas discurren por un derrotero muy diferente al esperado. Con únicamente dos personajes en escena, nos vemos atrapados en una excitante serie de charadas o acertijos, de los que ignoramos hasta qué punto responden a la realidad o son producto de la fértil imaginación de Wyke, a la que no le va a la zaga la del propio Milo, llegando un punto en que la pugna entre el maduro y el joven parece que va a quedar honrosamente en tablas. Los diálogos son magistrales, reflejando el habla de cada personaje y de los alter ego que, tanto uno como otro, van jubilosamente interpretando, teniendo ambos como único público a su azarado, por momentos, contrincante. Esta obra de su autor, mayormente volcado en los guiones cinematográficos, es conocida sobre todo por la versión cinematográfica que realizó Joseph L. Mankiewicz, basada en este texto, tan sobrio y ceñido como rabiosamente entretenido. Deliciosa lectura para los que desconozcan su trama, que animará sin duda a proseguir con la felicísima versión que efectuó Mankiewicz para la pantalla, de la que se hizo un remake varias décadas más tarde, curiosamente con Michael Caine en el papel que en la anterior encarnara su oponente, Laurence Olivier.
Una pugna que pueda quedar en tablas...demuestra la valía de las dos inteligencias enfrentadas...siempre hay dos inteligencias, la hermosa y la fea...¿ podría existir una inteligencia del pasado bien conservada?.
ResponderEliminarLa inteligencia del pasado está en los libros de los hombres que murieron. Aquí, en esta obra, ambas inteligencias son moralmente muy mejorables.
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