CUANDO RUGE LA MARABUNTA
DIMES Y DIRETES
Si decimos que la libertad de expresión, en España y en el mundo, se encuentra en retroceso, es muy posible que esta afirmación se considere exagerada. Es verdad que en las redes sociales y otros espacios las personas se manifiestan con una libertad que aparentemente no ha existido hasta el momento. Todo el mundo, en principio, puede expresar, en la tribuna que tenga más a mano, y no faltan, lo que le pase por la cabeza. Sin embargo, saltan las alarmas cuando, desde ciertos ámbitos, como puede ser un ministerio –éste es un caso real–, se propone lisa y llanamente “retirar” un libro que no deja de ser una glosa humorística de determinado pasaje de la Biblia. O cuando –es otro ejemplo de hace solamente unos días– se arremete con sañuda virulencia contra el discurso de un obispo, que expresa sin pelos en la lengua el conocido pensamiento de la Iglesia sobre la práctica –no sobre la condición– homosexual. El historiador Pío Moa ha denunciado en repetidas ocasiones la existencia de vocablos policía que, encarnando lo políticamente correcto, se aplican como una suerte de condena inapelable al discrepante. Resulta muy curioso, además, que estos vocablos tengan su diana predilecta, por un lado, en el comportamiento y temática sexuales y, por el otro, en los postulados de la Iglesia en este campo. No hace falta ser muy mal pensado para intuir que está operando en el seno de la sociedad global una contumaz campaña para uniformizar a la población sobre temas tan sensibles, descalificando con la máxima dureza –buscando incluso condenas judiciales– a quienes legítimamente no compartan sus premisas. Debemos oponernos a estas maniobras, que están degenerando en inconsciente y cómoda costumbre, pues no está en discusión la preeminencia de esta o aquella opinión, sino la misma y necesaria libertad, de la que Cervantes decía, en su inmortal Quijote, que “por la libertad (…) se puede y debe aventurar la vida”. Como que están hechas de la misma sustancia.
Cervantes era muy inteligente: " Cervantes decía, en su inmortal Quijote, que “por la libertad (…) se puede y debe aventurar la vida"´, decía el escritor: " "La senda de la virtud es muy estrecha y el camino del vicio ancho y espacioso"
ResponderEliminarEl Quijote, para los españoles, debería ser como la peregrinación a la Meca para los musulmanes: obligatorio leerlo, por lo menos una vez en la vida.
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