RESEÑA TEATRO
“Las troyanas” (Eurípides, 480–406 a.C.) Troya ha caído. Los defensores -entre ellos Héctor, su principal baluarte- han muerto. La ciudad es presa del botín y las mujeres se sortean entre los vencedores. Con este intenso arranque, nos presenta Eurípides cuatro espléndidos retratos de mujeres. Hécuba, la anciana reina, camina hacia la terrible esclavitud, mientras Casandra, la infortunada profetisa, se ve forzada a subir al tálamo de Agamenón, y Andrómaca, mujer de Héctor, tras sufrir la muerte de su hijo, Astianacte, arrojado desde las murallas, se ve tocada en suerte al hijo de Aquiles, Neoptólemo -en otra tragedia la veremos angustiada por el destino de un nuevo hijo tenido con éste-. Por último, contemplamos a la causante de tanta destrucción, la hermosa Helena, víctima de las propias armas seductoras con que fue agraciada por los dioses. Melenao se la lleva de regreso a su patria, con destino incierto. Eurípides, el más humano de los grandes trágicos griegos, muestra en esta obra su hondura de psicólogo y su gran conocimiento del alma femenina en toda su dramática plenitud.