Al color azul
UNO: La mujer siempre está en un pedestal. Algún día la permitirán que baje.
DOS: La tristeza es una de las peores tentaciones.
TRES: La edad adulta se caracteriza por la búsqueda infructuosa de un día entero sin tener nada que hacer... y al día siguiente, tampoco.
CUATRO: La muerte, para el escritor, es espada de Damocles. ¿Dará tiempo de ejecutar lo proyectado?
CINCO: Los gustos son respetables; los prejuicios, no.
SEIS: En las comidas de hermandad, los cuchillos no se retiran de la mesa. ¡Hasta que pase algo!
SIETE: ¡Qué bien escribía aquel sujeto que el tiempo sumió en un completo olvido!
OCHO: Como va a dar igual, haz lo que te dé la gana.
NUEVE: Escritor es ese al que, no se sabe muy bien por qué, un poco por todo, interesa quitar de en medio como sea.
DIEZ: Asomarse a la ventana: ¡incalificable afán de saber vidas ajenas!
ONCE: Para tus postrimerías: “Antes o después, alguien te moverá la silla”.
DOCE: Extrema vanidad: cada vez que salía a la calle, contrataba una avioneta para que le arrojara desde el aire toneladas de pétalos de rosa.
TRECE: Aquel hombre ateo era profundamente religioso.
CATORCE: No es lo mismo acicalado que elegante. El primero se pone la flor en la solapa.
DOS: La tristeza es una de las peores tentaciones.
TRES: La edad adulta se caracteriza por la búsqueda infructuosa de un día entero sin tener nada que hacer... y al día siguiente, tampoco.
CUATRO: La muerte, para el escritor, es espada de Damocles. ¿Dará tiempo de ejecutar lo proyectado?
CINCO: Los gustos son respetables; los prejuicios, no.
SEIS: En las comidas de hermandad, los cuchillos no se retiran de la mesa. ¡Hasta que pase algo!
SIETE: ¡Qué bien escribía aquel sujeto que el tiempo sumió en un completo olvido!
OCHO: Como va a dar igual, haz lo que te dé la gana.
NUEVE: Escritor es ese al que, no se sabe muy bien por qué, un poco por todo, interesa quitar de en medio como sea.
DIEZ: Asomarse a la ventana: ¡incalificable afán de saber vidas ajenas!
ONCE: Para tus postrimerías: “Antes o después, alguien te moverá la silla”.
DOCE: Extrema vanidad: cada vez que salía a la calle, contrataba una avioneta para que le arrojara desde el aire toneladas de pétalos de rosa.
TRECE: Aquel hombre ateo era profundamente religioso.
CATORCE: No es lo mismo acicalado que elegante. El primero se pone la flor en la solapa.
Precioso titular. A la Luz de la Luna se pueden contar muchas Historias, la importancia de la oralidad, el mundo de los cuentacuentos sí que es fascinante, pero se ha perdido mucho en ese aspecto. Me apunto al ocho. El trece está claro, Señor Rey sus acertijos son dificiles a veces, es D. Miguel de Unamuno. El cinco demasiado importante. Y el Uno, jejejejjej, ese sí que es demasiado, ¿ será porque soy mujer, no?, yo suelo decir que Señores y Señoras hay muchos, pero no Caballeros y Damas, son cosas distintas. Saludos.
ResponderEliminarSus comentarios siempre reconfortan. Gracias. Un saludo.
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